7 de enero de 2011

Decrecentismo y lenguaje del mestizaje (2)

(Viene del post anterior)
Funciones


La primera tarea del decrecentismo, entonces, es mostrar lo que esconden las hegemonías del mundo y lo que anuncian las contrahegemonías y las disidencias. Esto corresponde a su función develadora que persigue quitar los velos que cubren los ocultamientos, las simulaciones y las coacciones ideológicas al servicio del poder. Se trata de poner de manifiesto lo soterrado por el imaginario del productivismo y sus excesos. Esta función incluye la función de comunicación o difusión de los develamientos o “comprensiones” que los grupos decrecentistas han obtenido de sus análisis y prácticas. Estos grupos son sujetos colectivos de enunciación que proyectan una identidad y buscan el encuentro con otras identidades. Es importante, no obstante, diferenciar la experiencia del develamiento y comunicación de la aceptación acrítica de una verdad revelada. La enunciación decrecentista debe ser el resultado de procesos dialógicos, racionales, informados y colectivos, sin subordinaciones de ninguna especie, ni siquiera a la misma idea decrecentista.

Otros incluyen el decrecimiento como un componente más de su acción, nosotros hacemos de él, una ética y un proyecto: un punto de referencia, un criterio de valor y una guía para la orientación, siempre provisional, en los escenarios de los cambios colectivos e individuales. Por este motivo, en segundo lugar rescatamos su función cartográfica para localizar y hacer visibles las experiencias ausentes y señalar el camino para las que presionan por emerger. Las muy variables topografías sociales donde transcurren las dinámicas de los actores requieren el dibujo de mapas con sus territorios pero, sobre todo, con sus caminos y senderos que comuniquen lo actual con lo posible, abriendo las zonas de contacto. Pero la cartografía sabe que no puede confundir el mapa con el territorio y que los trazados, las cotas y los relieves dibujados serán siempre provisionales.

Los decrecentistas no tenemos prioridad ni vocación de hegemonía. Somos advenedizos en el espacio de las iniciativas de cambio; otros también han nombrado los desastres y han propuesto alternativas. Podemos hacerlo, pero, ubicados en los intersticios de los proyectos de los actores, podemos aspirar también a un rol diferente: al rol de traductores, es decir, desde el lenguaje, desde la koiné sociopolítica, trabajar para “promover la inteligibilidad mutua entre experiencias posibles sin destruir su identidad” (B. de Sousa Santos). Esta función de traducción implica apoyar las interlocuciones entre las diferentes formas de experiencias de conocimiento, de trabajo, políticas, culturales etc. mostrando las equivalencias y haciendo evidentes los encuentros. El decrecentismo apuesta por las diferencias no jerarquizadas, por los espacios de diálogo no subordinados, aquí y a hora, es decir, en un presente ampliado y enriquecido por las iniciativas de todos.

Como una consecuencia directa de la función de traducción aparece, la función catalizadora que debe permitir que críticas y propuestas, teorías y prácticas, imaginaciones e iniciativas, en el amplio campo social, encuentren un sentido mayor engarzadas en el discurso del decrecimiento y sean estimuladas por éste. Se trata de favorecer el trabajo de articulación de las contrahegemonías ayudando a su confluencia en proyectos comunes. No ofrecemos una verdad revelada, repetimos, ni siquiera una certeza, sólo nuestro papel de facilitadores de la voluntad de cambio de los sujetos sociales.

Por último, la función catalizadora incorpora como elemento central la función de innovación e imaginación que invita a prefigurar  cómo vivir de una manera diferente, a partir de las prácticas de los actores y sus necesidades. La función cartográfica debe servir para detectar las experiencias sociales ausentes y desperdiciadas por las monoculturas del saber y las hegemonías sociales. La función de innovación lee e interpreta esos mapas, reivindica los saberes de todos, imagina mundos posibles, los pone en diálogo y ayuda a que las energías colectivas concluyan en proyectos concretos. La función de innovación reconoce y extiende la creatividad a todo el campo social, fuera de la ley del valor, de la mercancía y sus servidumbres y forma parte de las necesarias políticas de resistencia y propuesta creativa, frente a las hegemonías. La catálisis decrecentista, realizada a través del develamiento, la comunicación, la cartografía, la traducción y la innovación aspira a ampliar el campo de las experiencias posibles en el presente para aumentar las probabilidades de su realización futura.

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