La
ausencia de cerebro causa estragos en la bestia humana. Por algún
extraño motivo algunos descerebrados tienen especial predilección por
ocupar su limitado stock de neuronas en torturar. La bestia humana es la
única que tortura a sus semejantes y a otros animales. Y lo hace
generalmente amparada en la fuerza del grupo, de la horda, de la manada.
Entre gritos, por gusto, en un juego perverso, innecesario y sádico
unos estúpidos vociferantes y semidesnudos han condenado a una vaca a
morir ahogada en Denia. Otra vez la jauría humana haciendo de las
suyas.
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