31 de octubre de 2009

Las ilusiones


El taxista me dice, en manga corta y con veinticinco grados en Madrid a finales de Octubre, que él cree que frente al cambio climático “ya encontrarán la forma de arreglarlo, porque con los avances que hay ahora…”. Los negacionistas, algunos, no todos, un poco más ilustrados que mi interlocutor, agregan a éste el argumento de los ciclos de la naturaleza: si hay calentamiento o glaciación, que también es posible, esto es producto de los cambios “naturales” del clima.

Entre ambas ilusiones vive la mayor parte de la población mundial. La primera se basa en la arrogancia y la omnipotencia estimulada por los “avances” tecno científicos. La segunda en una resignación frente a fuerzas incontrolables. Ambas, sin embargo, estimulan la pasividad y un optimismo, que, aunque precario, es suficiente para la indolencia o la delegación de responsabilidades.

Entre esas dos ilusiones es necesario introducir la argumentación decrecentista. Esta argumentación está basada en un “pesimismo utópico” que plantea que ni esta tecnología resolverá los problemas medioambientales, entre otras razones porque ella misma es parte del problema, ni la naturaleza ha permanecido ni permanecerá inalterada frente a la acción humana. Sólo otra tecnología inserta dentro de otras formas de organización e innovación social puede hacer frente a las modificaciones, de origen antropogénico, de las condiciones de posibilidad de la biosfera común a los seres vivos. E incluso, suponiendo una acción conjunta de factores antropogénicos y naturales, una sociedad decrecentista, basada en mecanismos solidarios de actuación, se encontraría en mejor condiciones para afrontarlos. Ya ha sido dicho por otros: “decrecimiento o barbarie”. Todo pende de un hilo.
Fotografía: Alfredo Yañez

28 de octubre de 2009

Obsesiones

Más sobre autopistas. Se van a convertir en mi obsesión. He publicado un pequeño texto sobre la M-30 en decrecimiento.info.

27 de octubre de 2009

Sapos y decrecimiento

Las autopistas glorifican el desarrollo económico: quieren ser uno de sus símbolos. Su proyecto es la velocidad, la comunicación, la inmediatez. Su promesa es la libertad y la autonomía. Pero las autopistas cercenan la tierra. Son espadas de asfalto que cortan la continuidad de los paisajes y los hábitats. En las autopistas vivimos y, a veces, morimos. Y también matamos. La noticia se titula así: “Mueren cientos de sapos al cruzar una vía para aparearse”. En su viaje de amor los sapos son aplastados por los automóviles ciegos e ignorantes. Pero, en medio de la estupidez, algunas personas enaltecen y dan alguna esperanza ética a la especie humana. Una voluntaria de una asociación conservacionista (GREFA) salva a los anfibios y los pone al otro lado de la barrera. Millones como ella hacen falta. Pero también hace falta abandonar la construcción desbocada de autopistas que no nos llevan a ninguna parte, salvo a un desastre anunciado.

Una imagen posible de una sociedad decrecentista: millones de sapos copulando en las charcas y prados que cubren los restos de las autopistas abandonadas.