14 de octubre de 2009

Juguetes caros

Vemos en la Red unos videos de Pedro Prieto sobre las energías "renovables". Hay dos maneras de analizar esta descripción crítica de las diferentes formas de producir y/o utilizar “energías renovables” que el conferenciante nos ofrece. Pueden verse como un inventario de talento científico y técnico o como un muestrario de los despropósitos colectivos que pueden presentarse cuando la inventiva colectiva está determinada por las prioridades de la lógica productivista y consumista dominante. En la primera lectura, las variadas formas de energías “renovables” que se han desarrollado en los últimos años muestran que el ingenio humano es capaz de desplegarse en múltiples direcciones buscando soluciones originales a las carencias actuales y futuras de energía.

En una segunda lectura, lo que emerge es la equivocación de los esfuerzos de innovación y creatividad cuando a lo que tienen que responder, en este caso “las renovables”, no es una demanda absoluta de energía sino a unas exigencias relativas al modo de producción y consumo hegemónico. A este tipo de energía se les exige que respondan a los requerimientos nacidos de la misma matriz productivista y consumista que ha llevado tanto al agotamiento de los combustibles fósiles como a la contaminación de la biosfera. Y aunque pueden ser auténticas energías renovables algunas de ellas (y es importante mantener la distinción que hace Prieto entre la energía misma y el mecanismo de generación o recuperación de dicha energía, que puede ser no renovable) están pensadas para unas estructuras de producción y consumo que no se han renovado. Y como se les pide lo mismo siempre quedan sobrepasadas por la demanda y al final sus costes energéticos para su fabricación o mantenimiento descompensan sus virtudes energéticas.

Por otra parte, no cabe duda, que estas tecnologías son innovadoras; en algunos casos son sofisticadas, pero en otros muestran un “manierismo” tecnológico evidente. Son, muchas de ellas, “juguetes caros”, rebuscados y complejos. No son respuestas sociotecnológicas integrales a las necesidades de las comunidades humanas sino soluciones, precarias, a los problemas que la misma máquina del capital ha creado.

La crítica de derechas a las energías renovables, cuando no proviene directamente de los actuales defensores de los combustibles fósiles, surge de aquellos que defienden la energía nuclear, que, dicho sea de paso, tienden a ser los mismos. En ambos casos, no se cuestiona el modelo sino la velocidad y la capacidad de las renovables para dar respuesta a los mismos imperativos productivistas. Y aquí las renovables juegan con desventaja.

No obstante, de lo que se trata es de renovar antes a la sociedad y a su relación con la naturaleza, que a las energías que la sustentan. Desde una posición decrecentista y ecologista la verdadera innovación debe ser social antes que tecnológica. La innovación debe corresponderse a una nueva matriz de demandas provenientes de actuales y nuevos sujetos sociales y estar basada en principios de austeridad, descentralización, localización, diálogo con la naturaleza y beneficio de las mayorías. Todo lo demás es repetir una historia que tiene un conocido y mal final.

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