31 de julio de 2010

Fetiches

"¡¡¡¡Guauuuuu!!!!!" Fue el chillido que pegó Guillermo Martín, de 23 años, al salir de la única tienda que anoche empezó a vender en España el iPhone 4. Eso le costó 200 euros y esperar ocho horas delante de una tienda de la calle de Goya (distrito de Salamanca) (...) Afuera esperan unas 150 personas ansiosas por hacerse con el nuevo teléfono móvil y estrenarlo".

La subordinación individual y colectiva al poder tecnológico alcanza cotas sublimes. Un aparatito telefónico sofisticado en su concepción y producción, pero banal en sus usos, llena los titulares de los medios de comunicación y empuja a miles de individuos a hacer colas de madrugada frente a las tiendas para tener la primicia. El fan de la tecnología, sujeto fetichista, busca para paliar su subordinación cotidiana, un poder definitivo en un artilugio o amuleto condenado a la obsolescencia casi inmediata. El fan cree comprar libertad y poder y lo que obtiene a cambio de su devoción es control exterior renovado cada vez que aparece una nueva versión de su juguete.

La alianza entre los fabricantes y consumidores llega a la perfección en una marca como Apple: un ligero toque de progresismo combinado con una tecnología de ajuste fino y una estética siempre de vanguardia seduce en oleadas sucesivas desde hace décadas a generaciones y generaciones de consumidores. El deseo transformado en tecnología y viceversa; la perfección del mercado y el triunfo de las tecnologías, a la vez excesivas y triviales, en un mundo desquiciado.