17 de marzo de 2013

Tecnologías desesperadas


La noticia del periódico dice que "Japón encabeza la explotación del 'oro submarino' como combustible".  Por tal oro submarino se entiende a los depósitos de metano que se hallan a enormes profundidades en las costas de ese y otros muchos países, incluyendo España. 

Cada vez que parece una noticia del hallazgo de una alternativa para cambiar la actual matriz energética dominada por los combustibles fósiles, y sobre todo si la promesa es que sean nuevas fuentes de energía abundantes y con una proyección de extracción extendidas en el tiempo, las grandes  multinacionales del sector y todo el sistema tecnocientífico que hay a su alrededor, comienzan a salivar.

El metano es un gas frío que se produce en la mayoría de los fondos marinos y continentales.Hay constantes y peligrosas emanaciones de este gas bajo el permafrost siberiano que se cree que es una consecuencia del calentamiento de esa cobertura, condicionado por el cambio cambio climático. El metano de los fondos marinos ha sido siempre codiciado y hasta ahora no se disponía de la tecnología adecuada para extraerlo. Este gas existe como trozos congelados llamados hidratos de carbono y  "se estima que hay reservas que duplican a las del petróleo, del gas natural y del carbón." 

El agotamiento de los combustibles fósiles, necesarios para el mantenimiento de la voracidad termoindustrial, lleva a la inversión en grandes proyectos tecnológicos. Cada vez es más difícil extraer de las profundidades de la tierra la energía necesaria para que la máquina productivista continúe echando humo. Estrategias como el fracking  y la extracción de metano son cada vez más costosas,  invasivas y destructivas para el medio ambiente común. Esta inteligencia tecnológica, forzada al máximo para torturar a la tierra, expresa la ansiedad  de los que ordenan y mandan en los sistemas tecnoindustriales. Son apuestas desesperadas para alargar la irrealidad de su ambición infinita enfrentada  a la realidad del tiempo ecológico finito.