10 de octubre de 2009

Reformas decrecentistas (1)


“El decrecimiento es una buena idea: indica la dirección en que hace falta ir e invita a imaginar cómo vivir mejor consumiendo y trabajando menos y de otra manera. Pero esta buena idea no puede encontrar una traducción política: ningún gobierno se atrevería a ponerla en práctica, ninguno de los actores económicos la aceptaría -a menos que su aplicación no fuera fragmentada en medidas subalternas, escalonada en uno o varios decenios y vaciada así de su potencial de radicalidad para hacerse compatible con la perpetuación del sistema económico dominante” André Gorz.

El viaje decrecentista no será fácil y los peligros de apresuramiento o, por el contrario, de excesiva parsimonia, son reales. Pero la invitación a imaginar ya está hecha. André Gorz nos la hizo con su lucidez habitual. “Reformista revolucionario” en relación al socialismo, probablemente también lo sería en relación a la propuesta decrecentista. Gorz distinguía entre “reformas reformistas” y “reformas no reformistas”. Las primeras son aquellas que subordinan “sus objetivos a los criterios de racionalidad y de posibilidad de un sistema y de una política dada. El reformismo descarta de entrada los objetivos y las reivindicaciones-por muy enraizadas que estén en las necesidades-incompatibles con la conservación del sistema. No es necesariamente reformista, en cambio, una reforma reivindicada no en función de lo que es posible en el marco de un sistema y de una gestión dados, sino de lo que debe ser hecho posible en función de las necesidades y las exigencias humanas”.

Para Gorz, lo que caracteriza a una “lucha de reformas no-reformistas- para las reformas anticapitalistas- es que no hace depender la validez y la carta de ciudadanía de las necesidades de criterios de racionalidad capitalista. Se determina no en función de lo que puede ser sino de lo que debe ser. Y, a la vez, hace depender la posibilidad de alcanzar su objetivo de transformaciones y de medios políticos y económicos a poner en marcha. Estas transformaciones pueden ser bruscas como pueden ser progresivas. (…) Suponen reformas de estructura”.

8 de octubre de 2009

Ecofascismo

En una reciente acción de difusión del grupo Decrecimiento Madrid, a una de las mesas instaladas en diferentes puntos de la ciudad se acercó una persona con folletos acerca la crisis del petróleo y de otras catastrofes mediambientales. Los contenidos eran aparentemente coincidentes con las ideas del decrecentismo. Sin embargo, la revision posterior de dichos contenidos y la visita a su blog revelaron un peligroso delirio apocalíptico del sujeto en cuestión.

Es un tema importante porque, dada las características del concepto y del movimiento decrecentista, amplio y plural, es fácil que se "cuelen" individuos y teorías aparentemente afines. Sin embargo, este personaje y otros de herencia malthusiana basan su catastrofismo en una variable principal: el crecimiento demográfico y en una visión de la naturaleza como autorreguladora, por el caos, de los desajustes ecológicos.

Serge Latouche ya advertía del peligro de un "ecofascismo o ecototalitarismo" emergente con la crisis ecológica. Citando a Hervé Kempf señala la posibilidad, paradójica, de que "un poder autoritario se jactara de la necesidad ecológica, para imponer las restricción de las libertades sin tener que tocar las desigualdades". Cita también a Castoriadis quien señala que "si no hay un nuevo movimiento, un despertar del proyecto democrático, la ecología puede ser muy bien absorbida por una ideología neofascista".

Efectivamente, ese peligro existe y es conveniente tenerlo presente. Cuidarse de esos y otros "compañeros de viaje" incluyendo, por la izquierda, a ciertos integrismos y purismos decrecentistas, es una sana medida para mantener un movimiento decrecentista progresista, con propuestas que apunten a una regulación de la crisis ecológica no por el caos, sino por la política.

7 de octubre de 2009

La locomotora


Carlos Taibo ha escrito un muy buen libro de introducción al decrecimiento (Taibo, C. 2009. "En defensa del decrecimiento". Los libros de la catarata. Madrid"). También es un excelente conferencista y divulgador de estas ideas. Recomiendo la charla que dio en la CGT de Pamplona a comienzos de este año. Son siete videos así es que hay que tener paciencia para abrirlos uno a uno.
Taibo señala en su conferencia que para Walter Benjamin "la revolución no es, como venía a decirnos Marx, la locomotora de la historia. La revolución consiste en mostrarnos capaces de poner el freno de emergencia para el tren en que nos movemos" (Video 4)

4 de octubre de 2009

Metáforas

Las metáforas del mundo físico o biológico aplicadas a la sociedad tienden a ser excesivamente simplificadoras y, muchas veces, tienen efectos nefastos para la comprensión de su funcionamiento concreto. Ejemplos conocidos son las viejas metáforas de la sociedad como organismo o como máquina, tan caras a la sociología decimonónica. Pero, a veces, con las debidas precauciones, algunas imágenes, circunstancias o procesos extrasociales son buenos símiles que aportan claridad a nuestras afirmaciones.

Traigamos una a propósito del decrecimiento. Una metáfora cinética diría que se trata de “dejar de acelerar” para evitar que la maquina del productivismo siga su camino hacia el desastre. Si se deja de acelerar la máquina terminaría, tarde o temprano, por detenerse. Pero también podemos entender el decrecimiento como una “frenada”. Es decir, como un comportamiento colectivo que implica energía y propósito, destinados a apaciguar la voluntad productivista. En este sentido, es mejor entender al decrecimiento como un transformador de energía social y no como indolencia y pasividad. La energía que se destinaba a alimentar las fauces del aparato termo-industrial se destina ahora a pensar y a construir alternativas con la vista puesta en el bienestar de las mayorías, dentro del respeto de las leyes de la biosfera.

Ahora bien y siguiendo con el símil cinético: toda frenada implica fricción que se pierde como calor. Sin embargo, también es posible recuperar y reutilizar la energía de la frenada. “Durante la frenada, se activa el alternador que hace un uso eficiente de la potencia del motor para cargar la batería, en lugar de dejar que se disipe en forma de calor.” Pero hasta aquí las comparaciones: el objetivo de la detención propuesta por el decrecimiento no es recuperar energía para otra vez usarla en la aceleración, sino para la mejorar la propia frenada; la fricción social y política de la innovación decrecentista se reciclan como imaginación utópica.