3 de agosto de 2010

Violencia racista


El racismo, enfermedad de la razón y del alma, avanza a paso lento pero seguro en este país que es el resultado de miles de años de confluencia y mezcla de razas. Se infiltra en la cotidianeidad de las calles y de las mentes. Se hace ordinario, vulgar y vociferante en los ritos de las pandillas ociosas de las periferias urbanas y un poco más sofisticado, sólo un poco, en las peroratas de los tertulianos fascistoides y cínicos que han inundado los medios de comunicación. El huevo de la serpiente deja traslucir a la bestia babeando sus odios analfabetos.

El Departamento de Estado de EE UU advierte a los turistas de su país que "prejuicios racistas pueden contribuir al arresto de los afroamericanos que viajen a España". Hace tres años un ciudadano congoleño queda tetrapléjico después de que un descerebrado racista le diera un brutal golpe por la espalda. "el 10 de febrero de 2007 sobre las 10.30 horas coincidieron a la salida del Bar de copas 'Comandachina', en la calle Río Tajuña de Alcalá de Henares, Roberto Alonso y Miwa Buene Monake. Roberto, quien habitualmente no fuma, se dirigió a Miwa pidiéndole tabaco y fuego, diciéndole éste que no tenía ni tabaco ni fuego, a lo que Roberto, ya con gran agresividad, sin causa aparente alguna, le dijo "que era un hijo de puta por no tener tabaco ni fuego". Miwa le contestó diciéndole: "pues ya somos dos, los hijos de puta, pues tu tampoco tienes ni tabaco ni fuego".

Según la sentencia, la respuesta tranquila y sagaz de Miwa irritó extraordinariamente a Roberto, quien con grandes voces y agresividad siguió insultándole: "puto negro, puto mono, tu sitio no está en este país". "Tu sitio es el jardín zoológico con tus compañeros. Arriba España, viva España". Acto seguido, Roberto, con la mano abierta y en el momento en el que Miwa comenzaba a girarse para apartarse, le propinó un brutal golpe en la zona inferior del lado izquierdo de la cara y comienzo del cuello, que le fracturó de inmediato las vértebras C4, C5 y C6 lo que provocó que la víctima cayera desplomado al suelo" El resultado es una persona inmovilizada de por vida. La condena a diez años de cárcel al agresor no repara el daño hecho pero permite reunir fuerzas a los agredidos para seguir viviendo la vida truncada que les dejó el odio de los miserables.

Ver informe Raxen

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