La erupción de un volcán con nombre impronunciable a miles de kilómetros de distancia ha creado una crisis de importancia en la navegación aérea europea y con ella en la mundial. El sistema ha activado las conductas de precaución y ha provocado el colapso. Los daños y los costos serán enormes. Paul Virilo hace ya tiempo que advirtió del potencial de peligro del sistema tecnológico interconectado planetario, la excerbación de su velocidad y sus probables crisis catastróficas. Ya hemos visto sus manifestaciones en el caso financiero.
Un mundo inteconectado y centralizado como el actual tiene siempre el potencial de desastre. Nos han dicho que estamos en la fase de la "sociedad red" donde los nodos independientes actúan como fusibles evitando la extensión del daño. Pero eso es parcialmente cierto: existen nodos centrales con mayor poder que otros y, por lo tanto, sus vicisitudes tiene más impactos en los demás. Lo nodos aeroportuarios europeos son nodos centrales que han interferido en el sistema total de navegación y con ello en el sistema económico y sus subsistemas turísticos, de transporte, comercio etc. La situación ha puesto en evidencia la relevencia del transporte aéreo para el actual modelo de sociedad global y, al mismo tiempo, la fragilidad de su funcionamiento. Antes lo habían hecho los atentados del 11-S.
La limitación del transporte aéreo y sus abusos debe formar parte del programa decrecentista. La economía mundial se basa en grado importante en este tipo de medio que es un consumidor intenso de energía, altamente contaminante y que favorece los procesos de deslocalización productiva y las diferentes expresiones del colonialismo. La utopía decrecentista afirma la excepcionalidad de los viajes a larga distancia y apuesta por la utilización de otros medios más acordes con las exigencias medioambientales privilegiando los intercambios de corto recorrido que favorezcan el desarrollo de las sociedades, las economías y las culturas locales. El decrecentismo promueve un autentica sociedad red con nodos a la vez integrados e independientes dentro de una lógica de agrupar "lo común de lo diverso" en un espacio de austeridad y lentitud. No queremos ir de prisa a ninguna parte.
Un mundo inteconectado y centralizado como el actual tiene siempre el potencial de desastre. Nos han dicho que estamos en la fase de la "sociedad red" donde los nodos independientes actúan como fusibles evitando la extensión del daño. Pero eso es parcialmente cierto: existen nodos centrales con mayor poder que otros y, por lo tanto, sus vicisitudes tiene más impactos en los demás. Lo nodos aeroportuarios europeos son nodos centrales que han interferido en el sistema total de navegación y con ello en el sistema económico y sus subsistemas turísticos, de transporte, comercio etc. La situación ha puesto en evidencia la relevencia del transporte aéreo para el actual modelo de sociedad global y, al mismo tiempo, la fragilidad de su funcionamiento. Antes lo habían hecho los atentados del 11-S.
La limitación del transporte aéreo y sus abusos debe formar parte del programa decrecentista. La economía mundial se basa en grado importante en este tipo de medio que es un consumidor intenso de energía, altamente contaminante y que favorece los procesos de deslocalización productiva y las diferentes expresiones del colonialismo. La utopía decrecentista afirma la excepcionalidad de los viajes a larga distancia y apuesta por la utilización de otros medios más acordes con las exigencias medioambientales privilegiando los intercambios de corto recorrido que favorezcan el desarrollo de las sociedades, las economías y las culturas locales. El decrecentismo promueve un autentica sociedad red con nodos a la vez integrados e independientes dentro de una lógica de agrupar "lo común de lo diverso" en un espacio de austeridad y lentitud. No queremos ir de prisa a ninguna parte.
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