"La inmensa mayoría de los israelíes que han alcanzado tan altos niveles de vida como los de los países más avanzados, no sospechan siquiera que, a muy poca distancia de sus higiénicas viviendas, lindos jardines, fértiles tierras e industrias de alta tecnología malvive una sociedad miserable condenada-si no cambian antes las cosas- a su desaparición". Esto lo dice Mario Vargas Llosa. No tenemos particular aprecio por las ideas de este escritor cuyo proyecto político está instalado en las antípodas del nuestro. Pero esto que ha escrito recientemente nos parece certero y razonable. Aún más, esta descripción de la sociedad israelí nos parece una imagen generalizable a cualquier sociedad de las llamadas "de la abundancia". Vargas LLosa no ha realizado este análisis; al parecer su fe liberal se lo impide. Pero, toda sociedad donde se han "alcanzado tan altos niveles de vida" esconde un reverso de dominación, miseria y destrucción mediambiental, ya sea dentro o fuera de sus fronteras. La riqueza en un mundo finito es un juego de suma cero. Lo que tienen en abundancia unos es una resta a los otros. Sean o no visibles, para quien quiere ver, en todo caso, todo es visible, las cloacas existen y huele mal.
El bienestar material alcanzado en la parte hegemónica de Israel se debe, además del aporte magnánimo de EEUU, a un modelo de desarrollo basado fuertemente en la industria militar y un proyecto de construcción nacional de base religiosa y excluyente asentado en gran parte en la explotación de la fuerza de trabajo palestina. Pero ese mismo mecanismo se reproduce en la sociedad mundial. La exclusión de las mayorias para el beneficio de las minorías. No decimos nada nuevo, evidentemente; repetimos los argumentos que sostienen a cualquier idea de emancipación social y de reparto de riqueza. Los decrecentistas incorporamos como argumento central la cuestión de los límites de la biósfera y las consecuencias que para el medio ambiente tiene el modelo de abundancia que adjetivamos como despilfarrador. La imagen de una sociedad rica asentada sobre la miseria y la destruccción de otros corresponde exactamente a la de la sociedad mundial y su modelo de desarrollo. Y aquí también, "si no cambian antes las cosas", estamos condenados a la desaparición. El drecentismo es un esfuerzo por cambiar las cosas antes del desastre posible.
13 de junio de 2010
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