"Cuando la humanidad ocupó las cavernas y empezó a quemar leña para calentarse y cocinar, comenzaron a contaminarse los espacios interiores. Muchas cuevas habitadas hace milenios conservan sobre sus paredes una pátina de humo, y es de suponer que sus moradores padecieron dolencias pulmonares y oculares derivadas de su exposicíon a él. En los cadáveres momificados de los hombres del paleolítico son comunes los pulmones ennegrecidos. Cuando los seres humanos construyeron sus propias moradas, no lograron en muchos casos ventilarlas (quizás porque deseaban mantener a raya a los mosquitos) y vivieron envueltos en una cortina de humo. Algunos de los efectos de la contaminación sobre la salud les acompañaron luego durante muchos miles de años" McNeill, J.R. Algo nuevo bajo el sol. Historia medioambiental del mundo en el siglo XX. Alianza Ensayo. Barcelona 2003.
Al parecer, el fuego, la producción de calor y luz, le ha traido lo mejor y lo peor a este homínido listillo. Desde la caverna y la choza calentadas e iluminadas hasta la ciudad termonuclear ese fuego nos ha acompañado creando, a la vez, las condiciones de posiblidad de nuestra existencia social y de nuestra desaparición de la faz de la tierra.
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